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domingo, 16 de enero de 2011

BOTELLÓN (sobre una idea de Aarón García Peña)


¿Te he contado que una vez vi salir al espíritu de Camilo José Cela de un poema de Kavafis?
  No joas, tron...
          Aparcaron al lado del buga de Paco El Toli. Lo reconocieron enseguida, porque El Toli, que se había entregado con ardor al romanticismo clásico, había colocado dos adhesivos muy vistosos enmarcando el portón del maletero. En uno se leía “Gustavo” y en el otro “Adolfo”.
  ¡Cómo se pasa El Toli!...
          Zum zum zumba zumba zum chaaaaaaaaaan chaaaaaan zum zum zumba zum…
          Los coches aparcados de mala manera en la plaza vomitan un estruendo machacón, a toda potencia. La muchachada, alrededor de los maleteros abiertos, conversa a gritos por encima de aquello que ellos llaman música. Los vecinos han renunciado al sueño y a dar parte a los municipales.
  ¿Y qué le vamos a hacer, José María?
  Que se vayan a otro lado, leñe, y que nos dejen dormir.
  Si es que con los que les cobran por un verso tienen para un poema. Que hay mucha crisis…
El Toli se une a una peña que, arracimada, bota al unísono:

Mientras que yo te beso, su rumor
nos da el árbol que mece el sol el oro
que el sol le da al huir, fugaz tesoro
de un árbol que es el árbol de mi amor.

  Hay que reconocer que Juan Ramón mola mazo, tron.
  No sé tío, a mí me pone más un simbólico o un Dadá.
  ¿Has traído algo contemporáneo, un poco de Benjamín Prado o algo?
  Esos pavos del buga de Murcia son mucho de Hyperión, acércate y si eso me traes aunque sea un soneto…

Tres chicas se acercan. A una la conoce de sobra porque tuvieron rollo en una classmaster de métrica. Las otras le resultan familiares. Van ya muy, muy puestas.
  Hola, Yonan.
  ¿Qué pasa, Silvi?
  Estas son Inés y Rosalía, unas colegas
  Ah, pues encantado. Molan vuestros nombres…
  Bueno, son nuestros nicks de guerra— aclara la morenita, coqueta— ¿Qué llevas ahí dentro? — prosigue, señalando el maletero.
  Un poco de todo… Verlaine, Keats…algún postista…
  Enróllate, que estoy de subidón, que no veo nada, tio, que llevo un ciego con tanto García Montero que pa qué…
Se da cuenta de que con Silvi y sus amigas la noche se puede poner calentita y mira a su alrededor por si ve volver a su tron o al Toli. La peña que botaba por Juan Ramón ha cambiado el tercio y ataca por la generación del 27.
Silvi se ha desplomado y llora sentada en el suelo:
Desde el fondo de ti, y arrodillado
Un niño triste, como yo, nos mira.
  ¡Buenooooooo, ya le ha dado el bajote con Neruda! — se lamenta Inés, o Rosalía o seguramente las dos.
  Juer la gente…si no sabe lo que es un endecasílabo que no se meta ná.
Los vecinos esperan que llegue la aurora y con ella la plaza quede desierta y silenciosa. Primero oirán caer los portones de los maleteros y se aplacará el zum zum zumba zum machacón como el latido de la jaqueca en las sienes. Después el ruido de los motores y algún derrape. La muchachada se irá retirando, borrachos de versos y dejarán la plaza perdida de encadenados, romances, liras, símiles o comparaciones y metáforas…
  Con el olor que dejan, José María.
El vecino insomne se sonríe. También él fue joven y pasó muchas noches de verano con la Canción del Pirata.
Qué tiempos.


         

2 comentarios:

  1. Qué grande eres, mari, qué relato más buenísimo. Eres una fuente inagotable de ideas geniales, jodía, ¿nos puede desir cómo hase?
    Un abrazo, apañera.

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  2. Bueno, Vi, como dice allá arriba, todo partió de una frase que leí a Aarón, que ése sí que sabe.
    Gracias, guapa

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