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jueves, 10 de enero de 2013

APOPHIS (un relato sobre el fin del mundo)



APOPHIS 
  
Lo mejor de todo es que el fin del mundo cae en lunes.
Eso dije en la Puesta en Común de la Ceremonia, cuando me tocó el turno.
Por algo soy miembro destacado de la Iglesia de los Positivistas del Último Día (Loor y Gloria a Bucay y Coelho, sus Profetas) Se quedaron todos patidifusos, admirándome por el argumento. Todos menos García Sanjuán que de siempre me ha tenido bastante envidia.

Además, es rigurosamente cierto. Comparto con mis Hermanos en la Fe la dicha por ser uno de los Elegidos para el Final, los que contemplarán el último destello del sol, los que escucharán el último susurro del viento entre los árboles, los que inspirarán la última molécula de oxígeno... pero, sobre todo y ante todo, me alegro sobremanera de que al Cosmos se le haya ocurrido pergeñar que el impacto de Apophis con sus 140 metros de largo sobre nuestro viejo Planeta tenga lugar mañana, día 23 de abril de 2.036, a las 12 h. Mañana lunes. Así se recoge en la Profecía, en el Libro III (cap. 3, vs. 5º, 6º y 7º) de la Magna Obra: “Cuando recién contemplemos morir el Sol, todos nos alegraremos porque se acabarán la alergia y la calor”.
Soy optimista, sí, de los mejores. Pero de siempre he llevado muy mal los lunes, qué le voy a hacer.
Para celebrar nuestra gran suerte, en la Comunidad hemos decidido decir adiós a la Tierra y despedirnos de la vida (pero  para ser Uno con el Universo, faltaría más) con una gran fiesta. Lo malo es que nos costó ponernos de acuerdo, así que al final cada cual va a festejar la Marcha cómo y con quien quiera. Los López Basilisco, como vienen de la parte de Valencia, van a celebrar las Fallas y han colocado un ninot muy simpático, que parodia a Apophis, justo en la entrada del garaje. A algunos del barrio no les ha gustado la ubicación del muñeco, pero como les he dicho:  “¿Es que mañana vas a sacar el coche? ¡Pues entonces no te quejes!” Nos han invitado a pasar un rato por su casa, a tomar horchatita con fartons, pero he declinado (desde el cariño y el respeto) porque, para una noche que nos queda,  no es precisamente una horchata lo que más me apetece. Sí me pasaré por casa de Bovedilla, pobrecillos, que son del Atleti y van a celebrarlo como si su equipo hubiera ganado la Liga, la Copa de la Sinergia, la Eurocopa de las Estrellas y los Luceros, La Champion y el Mundial. ¿Qué les vas a reprochar a las criaturas? ¡Hacen pero que muy bien! ¡Qué bonito para ellos será emprender la Marcha habiendo cumplido con su mayor ilusión, con sus bufandas rojiblancas, sus trompetas, sus himnos! Y qué suerte no tener que soportar chanzas al día siguiente...
Yo, la verdad sea dicha, he dudado entre varias ideas: siempre quise participar en la fiesta del Sol de Medianoche porque sé que, llegado un momento, uno se va a las orillas del lago y allí, en fin, puede suceder de todo, ya se sabe por dónde voy... pero a mi señora y a los niños no les hacía mucha gracia lo de viajar a Alaska en un momento histórico porque ellos son más caseros. Así que, al final, nos quedamos y montamos una Nochebuena como las de antes, con su árbol, su pandereta, su corderito asado, su lombarda y sus villancicos. Eso sí, en cuanto los niños se duerman, me acerco a donde García Sanjuán, que ha montado una orgía romana. Es lo que tiene García Sanjuán, que será envidioso, pero a cachondo no le gana nadie. Y ahí seguro que celebro... ¡celebro con un par! Y es que me he quedado con unas ganas de lo del lago de Alaska...
Ahora son casi las doce de la noche. Hace tres horas que escribí los párrafos anteriores de esta pequeña crónica. Toda la casa huele a carne asada y los niños acaban de encender las luces que adornan el balcón. Que se note que es Navidad. Mi hijo pequeño, que es listísimo, está saliendo del despacho donde redacto estas breves líneas. La conversación que he tenido con él me ha dejado ligeramente desconcertado:
—Papi, digo yo que si Apophis choca con la Tierra mañana…
—Mañana lunes, hijo mío.
—¿A las doce?
—Sí, a las doce.
—Pero... ¿a las doce de allí o de aquí?
—¿Cómo que “de aquí” o “de allí”?
—Papá, porque los Profetas vivían todos en las Antípodas, ¿verdad?
—Sí…
—Y hay 12 horas de diferencia, papi...
Así que estoy mosqueado, dándole vueltas, muy liado. Si nuestra Fe no hubiera condenado el uso de los Mass Media, todo se arreglaría encendiendo alguno de aquellos aparatos, cómo se llamaban... ¿televisión, radio, internet? Algo así.
Ahora tengo el corazón en un puño:
¿Y si no me da tiempo a comerme el cordero?
¿Y si no me da tiempo a pasarme por la orgía de García Sanjuán?
¿Y si resulta que el fin del mundo no cae en lunes?

Los niños me llaman desde el balcón:
—¡Papá, papá, mira el cielo qué bonito! ¡Parece un Belén!

¡La madre que parió a los Prof…

Cataclás.