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Papeles de Nunca Jamás por Esther Requena se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-LicenciarIgual 3.0 Unported.

lunes, 20 de febrero de 2012

CUANDO BATMAN LLEGÓ A BELÉN


CUANDO BATMAN LLEGÓ AL PORTAL DE BELÉN.
            La Seño me volvió a mandar a la silla del aburrimiento por la culpa de Iván Solís. Ella se cree que es bueno porque llora mucho y con lágrimas, pero qué va. Es un niño muy malo que me da patadas por debajo de la mesa cuando hacemos las fichas de colorear lo que es redondo.
Además yo estaba muy enfadado porque otra vez me había tocado ser oveja. La Seño nos repartió los papelitos y en cuanto vi que el mio era amarillo…¡uff!...  ya me di cuenta de que me iba a dar el perrengue, así que hice lo que me dice siempre mi madre que haga y me fui donde estaba la Seño:
            Seño, que yo no quiero ser oveja.
            La Seño estaba atándole los cordones del zapato a Marianela, que no sabe, y como no me hizo mucho caso le tuve que chillar como hace la abuela con el abu porque está un poco sordo.
            ¡SEÑO! Que yo no quiero ser oveja y que me va a dar el perrengue.
            La Seño me miró con la cara de Enfadada, pero solo un poco y me dijo que ser oveja era una suerte porque las ovejas bailan delante del portal de Belén.
            Yo le dije que prefería ser romano porque los romanos llevan lanza, pero la Seño siguió atándole los cordones a Marianela y de paso quitándole los mocos y yo me fui al baúl de los libros para ver el del cocolilo antes de que lo cogiera Iván Solís. Pero como Iván Solís es un niño muy malo, que me da pellizcos en la hora del cuento, vino corriendo con su papel naranja y me lo puso por delante de los ojos, para chincharme:
            Mi madre me va a hacer una lanza desde el suelo hasta el techo y te la voy a hincar.
            Pues mi madre me va a hacer una metralleta hasta la luna para matar al lobo.
            Pues no porque las ovejas no disparan y el lobo se las come y tú eres tonto.
            Pues no porque yo soy la oveja Batman que tiene metralleta y tú eres tontolaba y muy malo y les quitas los juguetes a los pequeños.
            Entonces Iván Solís me arrancó de las manos el libro del cocolilo y salió corriendo al lado de la Seño, que le estaba atando los zapatos a Sara de Vicente y a Marianela, que se los había desatado otra vez. Pero antes de que llegara me dio el perrengue y le empujé con toda la rabia y el muy malo se cayó contra el pico de la mesa.
            Le quité el libro del cocolilo que era mío porque yo lo cogí el primero y le chillé:
            ¡Y voy a matar a los romanos con la metralleta de Batman, tontolaba!
            Entonces me mandaron a la silla del aburrimiento. Hasta que llegara mi madre.
            Todas las madres vienen pronto menos la mía que viene tarde. Por eso prefiero que venga el abu a buscarme, porque él siempre es el primero y me trae chuches.
            Mi madre vino la última, cuando ya sólo quedábamos la Seño y yo, sentado en la silla del aburrimiento. Llevaba a la hermanita en brazos, llora que te llorarás, y le dijo a la Seño, muy deprisa, que lo sentía mucho, que le habían llamado de la guardería que la niña estaba mala, que su suegro se había ido a Benidorm y que tenía el coche el coche en doble fila así que nos íbamos, que me iba a castigar en casa por portarme mal y que si eso otro día hablaban en tutoría. La Seño la miró fijamente y después me dijo:
            Adrián, dile a tu mamá de qué tienes que venir vestido para el belén viviente.
            De romano con lanza le respondí.
            La Seño le dijo a mi madre que no sabía qué iba a hacer conmigo y que le diera el papel amarillo delante de ella. Yo la obedecí y después nos fuimos con la hermanita, llora que te llorarás, a casa.
            Después, como llegaba la Navidad, lo pasamos muy bien porque pusimos el Belén en casa de la abuela Mari, con los primos, y sacamos las luces del árbol y mi padre se las puso por encima y brillaban y también adornamos el cole y escribimos cartas para todos los que traen regalos y en todas me pedía piedras para hacer castillos y libros de cocolilos. También ensayábamos los villancicos y el baile de las ovejas y a mí me salía tan bien que la Seño me dijo que podía ayudar a Marianela,y al tonto de Iván Solís le dio la envidia y dijo que él quería ser oveja Superman y lloró con lágrimas, pero la Seño le mandó a la silla del aburrimiento por cansino y luego respiró muchas veces seguidas como cuando hacemos relajación.
            Por la noche me fui a dormir pronto para tener muchas fuerzas y bailar bien el baile de la oveja Batman. Pero luego me acordé de la metralleta y llamé a mi padre. Entonces la hermanita se despertó y empezó otra vez llora que te llorarás.
            ―¡Bea!― chilló mi padre― mira a ver qué dice el niño de nosequé de Batman y de una metralleta.
Mi madre se asomó con la cara de Susto.
―¡ Ay, por Dios, que mañana es el belén y se me ha pasado del todo! Y es verdad, que el niño me dio un papel con el disfraz que tenía que llevar y ..¿dónde lo habré metido, tú te acuerdas, Adri?
―En la bolsa del Mercadona, mami.
Mi madre empezó casi a llorar diciendo que no daba a basto y la hermanita también lloraba con lágrimas y a mí me daba mucha pena y entonces lloré también y mi papá, que es muy valiente, dijo, con la voz de Fuerza, que se acabaron los lloros y que eso se solucionaba ya mismo.
― A ver, Adrián…¿de qué tienes que ir disfrazado mañana?
― De oveja Batman con metralleta.
Entonces mi padre llamó a la tía Mamen y al rato vinieron  el primo Pablo y el primo Ángel de Zumosol con un traje bien chulo con antifaz y capa. Pero yo no estaba contento.
― Le falta la metralleta.
El primo Ángel me contó la verdad: que Batman no necesita metralleta porque tiene la Fuerza y superpoderes y que por eso puede volar.
― Eso, eso― decía mi madre mientras bajaba las persianas― tú dale ideas.
No me dejaron irme a dormir con el disfraz de Batman, aunque lloré y estuvo a punto de darme el perrengue. Me levanté al día siguiente muy contento. Todavía era de noche y papá no se había ido a trabajar. Como son buenos, me dejaron que me pusiera el antifaz y que me metiera en la cama con ellos, bien a gustito que se estaba.
A lo mejor por eso casi llegamos tarde. Papá nos llevó a todos en el coche y cuando llegamos allí estaban la abuela Mari, la tía Mamen y los primos de Zumosol para verme bailar en el belén viviente.  Todos pusieron cara de Sorpresa cuando entramos y yo era el único Superhéroe. También la Seño puso la cara de Sorpresa, pero los amigos de clase vinieron corriendo a tocar la capa de superpoderes y ya les dije que se la prestaría si eran buenos y me dejaban primer para coger el libro de los cocolilos.
            Iván Solís tenía la cara roja, de perrengue, y su lanza era muy pequeña y no llegaba al techo. Me dijo que si quería que me la dejaba y yo le dije que vale y que también le dejaría el antifaz, pero la capa no porque los romanos no tienen superpoderes.
            Luego ya empezó el belén viviente y Marianela y yo bailamos fenomenal, fenomenal.
            Cuando sea mayor quiero ser romano con superpoderes y ver todos los libros de cocolilos .
Y también llorar con lágrimas.