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Papeles de Nunca Jamás por Esther Requena se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-LicenciarIgual 3.0 Unported.

miércoles, 20 de julio de 2011

CÓMO SE FABRICA UN MILAGRO





CÓMO FABRICAR UN MILAGRO
(Basado en hechos reales)

            Los ánimos estaban tan hundidos como pronto lo estarían los residuos radiactivos en la Mina Baja.
            Lo que fue un rumor ya se había convertido en noticia: maquinaria del Ministerio estaba allanando el camino hacia los Berrocales. Trabajaban deprisa, de noche, con sus propios operarios.
Habría que irle a dar a la alcaldesa en las narices, con tanto que se le ha llenado la boca de que iban a traer trabajo a la comarca.
El que así hablaba era Jonás “El Chata”, concejal de la oposición. Nadie se había dignado a comunicarle que, a pesar de los dos años de lucha, el Cementerio Nuclear se instalaría en la Mina Baja.
Los demás asintieron. Habían convocado la reunión con carácter de urgencia, aun cuando las vacaciones de Semana Santa habían alejado del pueblo a Tomás y Carmela, los maestros, que habían regresado a la carrera para ver, con sus propios ojos, la rapidez con la que se precipitaban los acontecimientos. También se hallaba, en la trastienda de la farmacia, Luis Morientes, el coordinador de las organizaciones ecologistas que habían dirigido la lucha; D. Floro, el boticario y varios vecinos del pueblo. Habían esperado a los de Lucillos y La Alquería, los pueblos limítrofes, pero al final no habían comparecido.
Estarán de procesiones.
O les habrán terminado de convencer con lo del trabajo fijo y bien pagado…
Pues la situación es la que es terció Luis Morientes Queda demostrado lo que os venía diciendo: que al final las decisiones se toman al margen de los vecinos, de forma oscura, aplicando la política de hechos consumados.
No nos queda nada por hacer.
―Es un sí o sí.
No tenemos apoyo de nadie, reconocedlo.
Haría falta un milagro para evitarlo.
De repente la cara de Carmela se iluminó:
¡Eso es! ¡Un milagro!
Todos los ojos se volvieron hacia ella.
Escuchad, es sólo una idea que se me acaba de ocurrir, a la desesperada. Voy a pensar en alto y vosotros interrumpidme lo que queráis. Quizá entre todos…Veréis: vamos a crear un milagro en la Mina Baja. Algo como lo de El Escorial, algo oportuno. Un milagro humilde, sin mucha alharaca.  Facilito y rápido.
¿Cómo que se aparezca la Virgen?―indicó Tomás.
― No en plan Lourdes o Fátima, que requiere mucho atrezzo. En lugar de en carne mortal…
― Una imagen―dijo D. Floro, con los ojos iluminados por la idea― una estatuilla, tallada con el mismo granito de la Mina Baja…
― Pero, compañeros, por favor… ¡estáis perdiendo el norte!― Luis Morientes no daba crédito a lo que estaba oyendo.
―Pero… ¿cómo lograr que alguien la encuentre? A la Mina Baja solo van los jabalíes, no las beatas. Tampoco creo que el señor cura…
― Jonás, el cura también espera que un milagro le llene la iglesia y  el cepillo― D. Floro, ateo confeso, estaba disfrutando como nunca.
― ¡Ya está!― exclamó Carmela― ¡que la encuentre nuestra niña, como Bernadette!
― Pero ¡si la niña no está ni bautizada, Carmela!
― Pues más milagro todavía, leñe, Tomás, que no pones más que pegas.
― ¿De dónde nos sacamos la imagen?
―De tu primo José Ángel, el que lleva la Escuela Taller de cantería.
―Espera que le llamo…
Luis Morientes miraba atónito la actividad generada en la trastienda de la farmacia mientras pensaba cómo iba a arreglárserlas para explicar semejante despróposito en la reunión de la Coordinadora. Iba a quedar fatal.
D. Floro le puso una mano en el hombro:
―Mira, chaval…a veces el fin justifica los medios. Ni tú ni yo, ni los maestros ni nadie, quiere un Cementerio Nuclear en la puerta de su casa, por mucho que ahora lo llamen Almacén Geológico Profundo. Tienes que abrir tu corazón y creer que, cuando todo está perdido, siempre puede aparecer un milagro. O un fenómeno paranormal. Y si no…pues ya ves, nos lo fabricamos. ¿Tú has oído hablar de San Isidro Labrador, verdad?
― Sí, claro.
― Fíjate el chollo: unos ángeles le hacían el trabajo mientras él  rezaba.
― No, si ya…
― O un santo de mi pueblo, que se fue de su casa a por tabaco y volvió veinte años más tarde diciendo que se había quedado dormido a la puerta de una iglesia.
― ¿Y coló?
― ¿No te digo que le hicieron santo?
―Si se ve cada cosa…Pero, vamos a ver, D. Floro… ¿no habría quedado más propio un avistamiento OVNI, por ejemplo?
―No creas. Los santos milagros llevan siglos demostrando eficacia. Aparte de que con los marcianos existe un peligro añadido: que se nos llene el pueblo de televisiones y de frikis.
Jonás el Chata, interrumpió la conversación:
― Tirad para mi casa, que lo vamos a celebrar la idea  con unas torrijas y un ligeruelo que tengo guardado para las ocasiones… ¡que no todos los días se fabrica un milagro, hombre ya!





miércoles, 6 de julio de 2011

CHAVELA Y FRIDA

CHAVELA Y FRIDA


          México se desangra, Llorona.

          Si todavía estuvieras aquí, tus pinceles aullarían por todos nosotros. Dolor vivo; dolor rojo, arrebatado y brillante.

          Pues desde que te fuiste no hemos tenido luz de luna.

          Ella, la luna, llora en el desierto. Son las únicas lágrimas que se vierten sobre las tumbas ocultas de las mujeres asesinadas. Sus madres no pueden hacerlo, Macorina, porque la Injusticia, aún más cruel que el propio criminal que ha segado la vida de sus hijas, las condena además a un duelo clandestino, sepultado entre las paredes de las casas. Mujeres y pobres… ¿por qué molestarse en encontrar sus restos? Para las madres no hay consuelo. Para las muertas no hay fiesta en el cementerio, ni flores, ni dulces ni rezos… sólo un sudario de tierra y el olvido.

Tápalas con tu rebozo, Llorona, porque se mueren de frío.

México se desangra, Llorona.

La muerte se cruza por las avenidas. Surge rabiosa de los cañones de los rifles buscando la carne del enemigo, el hermano del cártel contrario. Las balaceras se adueñan de las calles, de los parques, de los hospitales, de los manicomios, de las escuelas, de las Iglesias… El dólar gringo corrompe y degüella. El dólar gringo paga la venda con la que la Justicia se tapa los ojos y el oro de los poderosos. Puritita codicia.

Si todavía estuvieras aquí, María Bonita, María del Alma, volverías a pintarte a ti misma, doliente madre de un aborto, y yo vería en tu retrato a México llorando por su hijo malformado, aquel que dilapida su vida dejándose manejar como un títere decapitado por el dólar sucio de los avarientos.

Pero si tienes un hondo penar, piensa en mí.

Mientras México se desangra, yo aquí sigo, Paloma Negra. Soy vieja como la tortuga y, mira tú la pendejada, es ahora cuando me siento más cántaro, cuando estoy más llena del amor de otros, que no sé si es de agua o de tequila. Son ya noventa y muchos y largos, ¡ay, Adelita!, muerta y renacida de tantas guerras contra mí misma que la caperuza de la tortuga se resquebraja de tantas cicatrices, Macorina, ponme la mano aquí.

Si tú vinieras con la Muerte a buscarme, sacarías los pinceles de entre las flores frescas de tu mantón y nos pintarías juntas, de la mano. Frida y Chavela; Chavela y Frida. Tú con tu pollera multicolor; yo con mi poncho rojo.

Y tequila para las tres.

Tómate esta botella conmigo y en el último trago nos vamos.