LA RAÍZ DEL
TRAIDOR
“...contra las penas del desamor surte
óptimo efecto diluir, en un dedal de zumo de mora verde, tres gotas de raíz del
traidor”
NECRONOMICON
Abdul
Alz-Hared
Si
hay algo que odio sobremanera es descender a los Infiernos en vísperas de
hecatombe.
Me
ha coincidido en otras dos ocasiones y, francamente, con ese desbarajuste,
recoger raíz de traidor en esas circunstancias se convierte en un engorro.
¿Por
qué esa manía de reubicar las secciones sin informar?, ¿por qué las renombran,
reorganizan, suprimen o crean sin comunicarlo en tiempo y forma al consumidor?
¿Por qué, además, gravan abusivamente la exportación de materias primas? ¿Quién
fija los aranceles de aduana? ¿Cerbero?
Estoy
indignadísima.
Hoy,
desde luego, no me he callado y me he ido derechita a Atención al Cliente,
porque ya ni siquiera con la “Guía Actualizada de los Nueve Círculos”, de
Virgilio, he conseguido encontrar la Fosa de los Traidores.
―Entre
el pandemonium que tenéis organizado y el subidón de precios, esto es un
sindios.
Y
me he quedado tan ancha, porque me estaba atendiendo el mismo imbécil que osó
reírse de mi, con lo mal que sienta eso para la autoestima, la primera vez que,
muy ufana, pregunté directamente por Judas Iscariote.
― ¿Judas Iscariote aquí? ¡Mira, José Manuel, otra novata!-
gritó como un poseso llamando a su compañero.
Aquel
día me fue dado a conocer el auténtico sentido de lo que la Historia nos ha
legado como Tradicionales Traidores a la Causa: un engaño, una falacia, un
ardid. Judas Iscariote, el Conde Don Julián, Yago, el de Otelo (sí: los seres
de ficción también van al Infierno)...ninguno de ellos pena en la Fosa, tampoco
les crujen los dientes ad eternum, qué
va, de ninguna manera. Me quedé con una cara de tonta… Y, claro, con el pitorreo que tenían a mi costa,
tampoco era cuestión de darles el gustazo de preguntar si dormían el Sueño de
los Justos o si andaban purificándose por la parte del Purgatorio. Entonces decidí
bajar el nivel de mis pretensiones y buscarme un traidor más de andar por casa,
algún vecino difunto o alguien de la familia. Y me acordé de mi tío Bernabé, de
Totana, provincia de Murcia.
Pero
resulta que hoy, una vez más, han trasladado la Fosa. La última vez estaba
enfrente de la Sima de “Los Que Alguna Vez Dijeron Te Encontraré En El Infierno”,
pero ahora allí sólo hallé silencio, desolación y unas obras para renovar las
calderas, así que pregunté a unos Condenados Pero Jubilados que contemplaban
los trabajos dando las indicaciones correspondientes tras la valla:
― ¿Pero usted por
quién pregunta?
―Yo estoy buscando
la Sección “Delatores de la Guerra Civil Española”
― ¡Huy esos! A los Delatores y a la sección “Antiguas
Amigas Que Nos Robaron El Novio” los han trasladado en frente de “Plagiadores”
― ¿Y por dónde
queda eso?
―Al fondo a la
derecha, como siempre, señorita, pero si quiere que la acompañemos...
Me
negué, lógicamente, porque aunque desorientada, una sabe conservar el pundonor
propio de la hechicería. Tardé en encontrar a mi tío Bernabé, pero lo conseguí
yo solita.
― ¡Ay, hija, eres
igualita que mi hermana Presenta
―Ya, tío, es que tu
hermana Presenta era mi abuela, que ya te lo tengo dicho.
―Hija, ¿y al final
le creció el pelo en condiciones? ¡Porque menuda mata pelo tenía mi hermana
Presenta!
Ya empezamos…
―Sí tío, le creció
después del rapado. Y sí, tío, mi abuelo, tu cuñado Pepín, murió en la cárcel y sí, tío, nos robaste
todo el patrimonio familiar y todos pasaron hambre por tu codicia, y sí, tío,
me consta que cada día de tu vida te has arrepentido de aquello y sí, tío, hay
que mirar para delante y precisamente por eso, una vez más, vengo a que me des
permiso para arrancarte un trocito de raíz para hacer mis pociones y mis
cositas, que me pagan un pastón, tío Bernabé, y así además, te remuerde un poco
menos la conciencia...
― Procede, hija, procede...
Siempre es
igual. Las mismas cantinelas, las mismas y contritas (qué bonita palabra)
lágrimas...
Ahora
me toca desandar el camino, pagar en almas al Can Cerbero, ascender, quitarme
el olor a hoguera y ponerme al tajo.
No
compensa.
Aunque
tenga que volver a la línea de Tarot y Adivinación, por éstas que servidora no
vuelve ni aguantar al tío Bernabé ni a descender a los Infiernos.
Y
menos en víspera de hecatombe.
Uno de tus mejores relatos, mari, no me canso de leerlo.
ResponderEliminarEsther, en casa de mis padres había siempre un tarrito con "aceite del traidor" era marrón, misterioso y mi madre nos lo ponía siempre que nos quemábamos con algo ( plancha, placa de la cocina..), ésto en mí era bastante frecuente.Te imaginas las cábalas que hacía mi mente de niña sobre de dónde había sacado mi madre aquel aceite..
ResponderEliminarEs un relato fascinante.Yo tampoco me canso de leerlo.
Gracias.
Carmen, la próxima vez que vengas a casa te enseño el tarro de la raíz del traidor.
ResponderEliminarLa pena es que se me olvida usarlo.