APOPHIS
Lo
mejor de todo es que el fin del mundo cae en lunes.
Eso dije en
la Puesta en Común de la Ceremonia, cuando me tocó el turno.
Por algo soy
miembro destacado de la Iglesia de los Positivistas del Último Día (Loor y Gloria a
Bucay y Coelho, sus Profetas) Se quedaron todos patidifusos, admirándome por el
argumento. Todos menos García Sanjuán que de siempre me ha tenido bastante
envidia.
Además, es
rigurosamente cierto. Comparto con mis Hermanos en la Fe la dicha por ser uno
de los Elegidos para el Final, los que contemplarán el último
destello del sol, los que escucharán el último susurro del viento entre los
árboles, los que inspirarán la última molécula de oxígeno... pero, sobre todo y
ante todo, me alegro sobremanera de que al Cosmos se le haya ocurrido pergeñar
que el impacto de Apophis con sus 140 metros de largo sobre nuestro viejo
Planeta tenga lugar mañana, día 23 de abril de 2.036, a las 12 h. Mañana lunes.
Así se recoge en la Profecía, en el Libro III (cap. 3, vs. 5º, 6º y 7º) de la
Magna Obra: “Cuando recién contemplemos morir el Sol, todos nos alegraremos
porque se acabarán la alergia y la calor”.
Soy
optimista, sí, de los mejores. Pero de siempre he llevado muy mal los lunes,
qué le voy a hacer.
Para
celebrar nuestra gran suerte, en la Comunidad hemos decidido decir adiós a
la Tierra y despedirnos de la vida (pero
para ser Uno con el Universo, faltaría más) con una gran fiesta. Lo malo
es que nos costó ponernos de acuerdo, así que al final cada cual va a festejar
la Marcha cómo y con quien quiera. Los López Basilisco, como vienen de la parte
de Valencia, van a celebrar las Fallas y han colocado un ninot muy simpático,
que parodia a Apophis, justo en la entrada del garaje. A algunos del barrio no
les ha gustado la ubicación del muñeco, pero como les he dicho: “¿Es que mañana vas a sacar el coche? ¡Pues
entonces no te quejes!” Nos han invitado a pasar un rato por su casa, a tomar
horchatita con fartons, pero he declinado (desde el cariño y el respeto)
porque, para una noche que nos queda, no
es precisamente una horchata lo que más me apetece. Sí me pasaré por casa de
Bovedilla, pobrecillos, que son del Atleti y van a celebrarlo como si su equipo
hubiera ganado la Liga, la Copa de la Sinergia, la Eurocopa de las Estrellas y
los Luceros, La Champion y el Mundial. ¿Qué les vas a reprochar a las
criaturas? ¡Hacen pero que muy bien! ¡Qué bonito para ellos será emprender la
Marcha habiendo cumplido con su mayor ilusión, con sus bufandas rojiblancas,
sus trompetas, sus himnos! Y qué suerte no tener que soportar chanzas al día
siguiente...
Yo,
la verdad sea dicha, he dudado entre varias ideas: siempre quise participar en
la fiesta del Sol de Medianoche porque sé que, llegado un momento, uno se va a
las orillas del lago y allí, en fin, puede suceder de todo, ya se sabe por
dónde voy... pero a mi señora y a los niños no les hacía mucha gracia lo de
viajar a Alaska en un momento histórico porque ellos son más caseros. Así que,
al final, nos quedamos y montamos una Nochebuena como las de antes, con su
árbol, su pandereta, su corderito asado, su lombarda y sus villancicos. Eso sí,
en cuanto los niños se duerman, me acerco a donde García Sanjuán, que ha
montado una orgía romana. Es lo que tiene García Sanjuán, que será envidioso,
pero a cachondo no le gana nadie. Y ahí seguro que celebro... ¡celebro con un
par! Y es que me he quedado con unas ganas de lo del lago de Alaska...
Ahora
son casi las doce de la noche. Hace tres horas que escribí los párrafos
anteriores de esta pequeña crónica. Toda la casa huele a carne asada y los
niños acaban de encender las luces que adornan el balcón. Que se note que es
Navidad. Mi hijo pequeño, que es listísimo, está saliendo del despacho donde
redacto estas breves líneas. La conversación que he tenido con él me ha dejado
ligeramente desconcertado:
—Papi,
digo yo que si Apophis choca con la Tierra mañana…
—Mañana
lunes, hijo mío.
—¿A
las doce?
—Sí,
a las doce.
—Pero...
¿a las doce de allí o de aquí?
—¿Cómo
que “de aquí” o “de allí”?
—Papá,
porque los Profetas vivían todos en las Antípodas, ¿verdad?
—Sí…
—Y
hay 12 horas de diferencia, papi...
Así
que estoy mosqueado, dándole vueltas, muy liado. Si nuestra Fe no hubiera
condenado el uso de los Mass Media, todo se arreglaría encendiendo alguno de
aquellos aparatos, cómo se llamaban... ¿televisión, radio, internet? Algo así.
Ahora
tengo el corazón en un puño:
¿Y
si no me da tiempo a comerme el cordero?
¿Y
si no me da tiempo a pasarme por la orgía de García Sanjuán?
¿Y
si resulta que el fin del mundo no cae en lunes?
Los
niños me llaman desde el balcón:
—¡Papá,
papá, mira el cielo qué bonito! ¡Parece un Belén!
¡La
madre que parió a los Prof…
Cataclás.
Me encanta, mari, y cuanto más lo leo más me gusta.
ResponderEliminarQué buena eres, jodía.
:-)
Un sinvivi.... ja,ja,ja... Muy bueno, como siempre.
ResponderEliminarHola , ya veo que tienes muchos relatos en tu blog, ya he leído algunos y me han gustado mucho.
ResponderEliminarUn besote, Leonor.
EliminarQué bueno, Esther :-) Me encanta cómo arranca. Vaya, me gusta de principio a fin. Besos.
ResponderEliminarHola Esther. Dije que escribiría una reseña sobre "Historias de la puta crisis", y aquí la tienes: http://lobo74estepario.blogspot.com.es/
ResponderEliminarLo sé, soy lentito.